El guante está lanzado.
Prensa: el sagrado deber de colaborar con la sociedad teniéndola informada
Hace unas semanas me invitaron a participar en una mesa redonda y posterior debate en IV Seminario de la Escuela de Verano 2023 de IIDIS sobre PROTECCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN EL DEPORTE DE BASE: RETOS PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA LEGISLACIÓN VIGENTE. En la presentación se justificaba mi presencia como miembro de la APDV y como padre de deportistas (desde sus categorías de élite a las de simple practicante aficionado de colegio)
Como padre, mis primeras palabras fueron de agradecimiento a la figura del entrenador de patio de colegio; no podía olvidar la figura de Benito que en el patio del colegio de Lourdes pasaba las tardes intentando que una panda de zagales aprendiese a jugar al baloncesto y a ser un equipo. Lo importante no fueron los éxitos deportivos, que los hubo, lo verdaderamente importante era el mimo y la dedicación que ponía en su tarea, la paciencia con la que era capaz de tratarlos, dando a cada uno la pauta de progresión ajustada a sus posibilidades, consiguiendo que en ningún momento las diferencias propias de progresión de cada jugador les hicieran sentirse mal con respecto a sus compañeros de clase y de juegos.
En aquella época no faltaban los padres que o bien, proyectaban sus frustraciones en sus hijos, o intentaban encaminar sus destinos al triunfo que les haría grandes profesionales y posiblemente, colmaría sus ansias de mejora económica y prestigio social y, en sus ansias, eran capaces de insultar a compañeros y contrincantes, criticar la labor de entrenadores y árbitros, murmurar en alto que la culpa de la falta de progresión de su hijo (al cual a veces la práctica de ese deporte no conllevaba ninguna motivación) la tenía cualquiera menos. De los gritos a unos y a otros había un claro perdedor: el niño.
Mi profesión y mi gusto por el deporte me ha hecho comprobar que con el paso de los años la situación ha mejorado bastante poco. Se sigue ejerciendo ese tipo de violencia hacia el menor practicante de deporte
Parece ser que hay una legislación vigente, la LOPIVI, que prevé actuaciones de todo tipo para evitar distintas modalidades de violencia con sus correspondientes protocoles de actuación, implantación de la figura de un Delegado de Protección con una formación específica… Pero, ningún protocolo funciona si las personas no están concienciadas de la vacuidad de encargar un protocolo de actuación si no hay una consciencia y capacitación de todos los agentes que influyen en la práctica deportiva infantil.
Una breve indagación entre periodistas me ha hecho darme cuenta de que la tal LOPIVI ni le sonaba a la mayoría de los compañeros a los que he preguntado. Sé que, ni lo corto de la muestra ni el método dan relevancia estadística, pero sí son significativos. Ya, la ignorancia de la ley no exime del cumplimiento de la misma, pero nunca está de más que los colectivos a los que beneficie su cumplimiento estén debidamente enterados de su existencia.
La implementación de esta Ley pasa por la concienciación de todo el entorno del deporte infantil, padres, profesores, centros de enseñanza, clubes… de la diferencia, (convergente y necesaria pero esencial) entre entrenador y educador.
La prensa deportiva y por extensión la prensa en general, puede tener una labor importante en la difusión e implantación de esta normativa, pero sobre todo de la mejora social que se producirá cuando la sociedad se conciencie de que el deporte infantil debe se un espacio libre de violencia, física y sicológica. Un ojo morado puede curarse y olvidarse en una semana, el acoso por las redes, el menosprecio continuado, son mucho más difíciles de vigilar y sobre todo pueden tener consecuencias fatales. De aquí la importancia de enseñar y concienciar para prevenir distintas las modalidades de violencia,
Por el bien de los niños la prensa debe implicarse. No debemos olvidar que la mayoría de los periodistas son/somos padres y madres, y nos debemos implicar en el futuro de los nuestros y de todos los niños