El guante está lanzado.
PRENSA Y FOTOGRAFÍA
¿La fotografía en una información acompaña?, ¿ilustra? ¿Informa?, ¿simplemente rellena sitio en la página?
Cuando en una redacción fluye la comunicación que se da por supuesta entre redactores y fotógrafos, el gráfico debe saber que se espera de él. Mas allá del consabido: “tenemos reservado doble página, he pintado la par con una vertical a 4 columnas y dos horizontales a dos…. “.
El fotógrafo debe saber qué espera de él el redactor jefe, qué espera el periódico, qué esperan los lectores del periódico y qué espera él de su propio trabajo. Responder a todas estas expectativas, implica por un lado suerte de estar en el lado oportuno, sin que nada, ni nadie, ni ningún arbitro, que siempre están en medio, nos impidan la toma. Y luego ser capaces de, si todo eso se conjura, enfocar, encuadrar, disparar, y que todos los parámetros técnicos estuvieran bien seleccionados.
Hay que estar, lo que puede ser difícil cuando una jornada pasa por cuatro o cinco encargos lo que apenas da tiempo para una foto decente. Puede que tengas media hora para cubrir a un derbi de rugby y que en ese rato los jugadores decidan ensayar siempre en el lado contrario o que llegues al combate de boxeo cuando Salvi ya haya hecho besar la lona a su contrincante o… La solución es siempre hacer fotos para dejar constancia de que has estado allí, fotos de oficio, pero que muchas veces no te dejan con esa sensación de haber hecho el fotón que buscabas. Cuanto mayor sea tu oficio mejor será el resultado y el redactor, que siempre espera impaciente para cerrar la sección, la mayoría de las veces te hará tener la sensación de que de las 5 fotografías que has mandado ha elegido la peor, pero al final te acostumbras a todo. Los redactores se molestan cuando les entregas muchas imágenes para que elijan ellos, ¡qué lejos quedan los tiempos del carrete!
De los tiempos analógicos corre por todas las generaciones jóvenes la historia de balones que se añadían durante el revelado para cargar de “oportunidad” la foto de la estirada de un portero. Yo siempre recordaré un buen compañero grafico en el diario Pueblo (yo estaba de plumilla, o lo intentaba) que una vez que le encargaban dos o tres fotos iba al laboratorio, de una lata de película virgen cortaba el celuloide estrictamente necesario, lo colocaba en un carrete y se iba para el Viejo Zorrilla con su cámara al hombro. Yo ingenuo le pregunté un día que hubiera hecho si el ilustre poeta decidiera bajar de su pedestal o los caballos de Benlliure se desbocaran, hartos de ser estatuas, cuando él pasara por la plaza de Zorrilla a lo que me contestó que “a él qué más le daba, si no le habían encargado esa foto”.
Las fotos de deporte acompañan a la información escrita, la complementan, pero raramente llegan a sustituirla. Tienen demasiada carga de engaño la mayoría de las veces como para que se puedan considerar editoriales. Una fotografía de un equipo triste por haber perdido un partido que significa un descenso de categoría es difícil de que se dé a interpretaciones erróneas, pero dos jugadores de baloncesto peleándose por un balón denodadamente no siempre significa que el partido haya sido emocionante, ni siquiera disputado.