VOCES FEMENINAS

Hace tiempo que vengo pensando en uno de esos debates que a veces montamos los periodistas en redes sociales para, con o sin razón, seguir siendo autodestructivos: el de la presencia de las mujeres en espacios de difusión y divulgación, tan en boga estos días por la decisión errónea de unos compañeros de obviarlas en un foro sobre periodismo deportivo y los nuevos formatos de streaming. Compartiendo reflexiones con una compañera le hablaba de la escasa presencia que tienen en ese último campo, tan personalista y particular que la marca personal está por encima del sexo. Y aun así, conveníamos que quizás debería haber, en general, más voces femeninas en este tipo de eventos.

Porque también las hay, aunque sí, efectivamente, son menos. Pero menos no significa peores, menos capacitadas para ser más visibilizadas en según dónde. Sin ir más lejos, de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid han salido algunas –alguna, compañera de esta asociación– cuya capacidad en sus especializaciones es elevadísima. Si hablamos de la comunicación del Big Data, el primer nombre que se me viene a la cabeza es el de Sara Carmona, cuyo trabajo le ha llevado a participar en un evento del calado del World Football Summit. Y si pienso en fútbol femenino, lo hago de Sandra Sánchez Riquelme, quien empezó a abrirse paso cursando aún la carrera y es actualmente un referente a nivel nacional gracias –entre otras cosas– a 'El Patio', un bonito lugar de encuentro en YouTube.

Dudo que a nadie en la profesión con contacto con la formación se le escape que en las aulas de periodismo deportivo la presencia femenina también es escasa; por eso habrá quien piense que no salen más porque no son más. El problema viene cuando uno piensa que no son más porque saben menos (si alguno rechaza esta idea, que busque los tuits en respuesta al reproche del CSD al congreso antes referido) o cuando una universidad deja pasar de largo la oportunidad de crear un precedente que pueda servir en aquello a lo que se dedican: en la educación y la formación. No sé si alguna vez las universidades de la ciudad llevarán a cabo acciones de divulgación sobre nuestra especialización. Si lo hacen, les invito a pensar en ellas.

Casi toda evolución en esta vida parte de una reivindicación, y en muchas de ellas es importante la creación de un referente. Las universidades de Valladolid, para acabar de formar a más Saras Carmona o a más Sandras Sánchez, necesitan visibilizarlas. Efectivamente, pensará alguno: igual que deben visibilizar modelos de conducta masculinos que lo merezcan. Llevándolo al cine, dudo que nadie pueda llegar a pensar en ser buen director sin conocer el trabajo de Isabel Coixet o el de David Trueba. Pensando en la música, me gustaría pensar que, siendo coetáneos, el abanico del que cultive la canción de autor irá desde Rozalén y Zahara hasta Antonio Vega o Silvio. No se me ocurre mejor manera de apartar el género del debate que la normalidad de lo igualitario.

El problema, que todavía lo hay, es mucho más profundo, y no seré yo quien dé clases, pues no soy nadie. Seguramente a mí también me falten referentes y comportamientos perfectos. Puede que la discriminación positiva no sea el camino tampoco; no me refiero a eso –nunca fui amigo de las cuotas–. Me refiero a que entiendo cuando voces femeninas se elevan contra señoros que las acallan cuando están ahí, buscando su espacio o habiéndolo logrado. Quizás sin más méritos por el simple hecho de ser mujer, pero, seguro, tampoco menos.